Son como el dedo acusador de la tierra que se levanta al cielo en un gesto admonitorio de advertencia, son la constancia de la avaricia del hombre a costa del sudor de otros hombres, sin importar el precio en sangre, el precio en dolor, solo indiferencia. Ahora testigo mudo de la decadencia de un sistema , espero que no del pueblo que los levantó desde las mismas entrañas de la tierra

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