Aqui, en este blog, o en el de puerta al futuro y camino al infinito, muestro lo que soy,lo que me gusta y todo aquello que llena mi vida de un modo u otro...La vida es una sucesión finita de momentos...Cuando pinto soy Yosune, cuando opino y escribo soy Carixena y siempre, siempre soy Piti para aquellos a los que quiero.
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domingo, 3 de abril de 2011
EL VESTIDO (María Jesús-Carixena)
EL VESTIDO
Yendo a un colegio de monjas era lógico el ardor místico que nos entraba a todas las niñas a la hora de hacer la comunión, no entendíamos mucho la cuestión del cuerpo de Cristo, pero si lo decía el padre Celestino que nos daba el catecismo sospechábamos que debía de ser verdad y a ver quién se lo iba a discutir, así que estábamos más que preparadas para recibir nada menos que a Dios, y eso si que eran palabras mayores.
Después de la preparación espiritual: de rezos y más rezos y confesiones y penitencias aparte, estaba claro que nuestra alma resplandecía de pureza y estábamos dispuestas para la ocasión.
Solventada ya la cuestión espiritual, venían entonces los preparativos terrenales y no sabría decir en qué orden de importancia y que suponían el acicalamiento del cuerpo para tan memorable ocasión, metros y metros de organdí y puntillas; diademas y limosneras eran valoradas por el ojo crítico de mi madre y de mi tía, y ante decisión tan importante casi había cónclave de familia en la que tú, la interesada no podías decir ni pio. Mas, metros de tul ´”ilusión”, que yo no sabía que era pero por lo visto era muuuuy importante y casi cuestión de estado que el tocado fuera de ese tul y no de otro. Mas las flores de la iglesia, la alfombra, el fotógrafo, los invitados, el ágape, y tu a todo esto en manos de una modista amenazante con la boca llena de alfileres y cara de pocos amigos mangoneándote de acá para allá.
Llegado el momento, y el día señalado, casi sin dormir por los puñeteros bigudíes, llena de nervios, de emoción y de tirabuzones, con mi maravilloso vestido blanco, nos dirigimos por fín a la iglesia todos emperifollados y con gran expectación por parte de los vecinos porque la niña comulgaba. Y el día pasó…pasó rápidamente, casi sin sentir, entre las visitas, los recordatorios, el dinero en la limosnera…la muñeca vestida como yo y que aún conservo… todo acabó casi sin enterarme, demasiado deprisa. Al domingo siguiente, mi pretensión, fue vestirme otra vez y al no poder, recuerdo que agarré el berrinche de mi vida porque me pareció absurdo que todo aquello solo sirviera para un día
…No fue así, sin embargo, diecinueve años más tarde, el mismo traje sirvió para vestir las ilusiones de mi hija mayor. La niña, al verlo guardado envuelto en montones de papel de seda, decidió que fuera ese y no otro el que adornara ese día tan especial, solo cambió el tocado, porque entonces el “tul ilusión” carecía de importancia…
…Han pasado los años, el vestido permanecía dormido en su caja azul, rodeado otra vez de papeles blancos y suaves y otra niña abrió la tapa con la emoción contenida, con los ojos muy abiertos esperando descubrir el vestido y así mi nieta decidió de nuevo que ese y no otro sería el que engalanase su día, de nuevo solo cambió el tocado…
Y ahí está otra vez en su caja azul rodeado de sus envoltorios suaves esperando…..quien sabe… tal vez a otras manos infantiles que lo saquen de su nube de papel y que lo hagan vivir de nuevo, por un día…
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